#GeneraciónRestauración está abierta a todo el mundo. Abordar nuestros problemas ambientales mundiales implica restaurar ecosistemas que abarcan cientos de millones de hectáreas. Para ello, deberá producirse un cambio radical en la forma en que las sociedades perciben y valoran los ecosistemas. A fin de lograr dicha transformación, cada acción cuenta, tanto si se trata de restaurar la vegetación autóctona del patio de una escuela como de gestionar granjas o bosques de forma sostenible, o proteger todo un valle o un estuario. Contribuir a la concienciación, fomentar la participación comunitaria y ofrecer recursos, trabajo y experiencia son elementos igualmente esenciales para las iniciativas de todas las escalas. El sitio web del Decenio de las Naciones Unidas y otras plataformas conexas ofrecen ideas, materiales y un lugar de encuentro virtual en el que las personas y organizaciones pueden unirse e impulsar iniciativas en pro de la restauración en todo el mundo.

El Decenio de las Naciones Unidas pretende acelerar las medidas relativas a la restauración para cumplir los objetivos mundiales en el plazo crítico de los diez próximos años. Todo aquel que quiera recoger el testigo de la restauración es bienvenido. Una consulta sobre la estrategia del Decenio de las Naciones Unidas recibió más de 2.000 comentarios de gobiernos, miembros de la sociedad civil, investigadores, grupos de pueblos indígenas, organizaciones juveniles y otras entidades provenientes de todo el mundo. Dicha estrategia se centra en tres vías: impulsar un movimiento mundial en pro de la restauración, fomentar la voluntad política, y desarrollar las capacidades técnicas y financieras necesarias para llevar a cabo una restauración a escala.

Los árboles son asombrosos. Fijan el carbono de la atmósfera, protegen y fertilizan los suelos, suministran leña y madera de construcción, y albergan a muchos de los animales, las aves y los insectos del planeta. La reforestación de las zonas adecuadas es una solución clave para la crisis climática. No obstante, todos los ecosistemas desempeñan funciones valiosas y son el hogar de una biodiversidad única, desde las sabanas hasta los humedales, pasando por las cumbres montañosas y las profundidades del océano. Plantar árboles en pastizales naturales puede destruir más de lo que crea. Puede que se preste menos atención a las turberas que a los bosques, pero estas almacenan aún más carbono y pueden restaurarse más fácilmente. Los humedales son los ecosistemas que más han sufrido por la acción humana, y alrededor del 85% ya han desaparecido.

La restauración sobre el terreno requiere una planificación cuidadosa, ya se trate de plantar árboles, promover prácticas agrícolas respetuosas con los suelos o diseñar un régimen de pesca sostenible. Cualquier iniciativa debe tomar en consideración factores como el tipo de ecosistema y su condición, las presiones existentes, los acuerdos entre las partes interesadas sobre cómo proceder, y los recursos y la experiencia que estén disponibles. En muchos casos, es crucial contar con el apoyo de las comunidades locales, los pueblos indígenas y los grupos desfavorecidos, incluidas las mujeres. La restauración también puede lograrse mediante el apoyo a proyectos ya existentes de conservación o restauración, o presionando en pro de políticas más sostenibles en todas las esferas de gobierno.

Las enormes inversiones gubernamentales que se están ultimando a fin de dar respuesta a la crisis económica causada por la pandemia suponen una oportunidad única para crear una “economía de la restauración” que ofrecerá millones de empleos en industrias con futuro, y ayudará a que las sociedades humanas tomen un camino sostenible. Los economistas estiman que los beneficios de la restauración pueden superar varias veces el costo de la inversión. Detener la pérdida de los hábitats naturales también reducirá la probabilidad de que surjan más zoonosis, infecciones que se propagan de los animales a los seres humanos, como la COVID-19.

Restaurar los ecosistemas aporta tal cantidad de beneficios que puede resolver varios problemas ambientales urgentes al mismo tiempo. La protección y regeneración de los sistemas naturales, tales como los bosques tropicales o los manglares costeros, además de otras soluciones naturales, podrían resolver un tercio de la crisis climática. Los climatólogos han señalado la restauración como un proceso vital para conseguir mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5 grados centígrados. Proteger los paisajes terrestres y marinos de la Tierra preservará el hábitat de su increíble biodiversidad, que incluye desde ballenas y elefantes hasta los microbios más minúsculos. Mediante el apoyo a la agricultura, la silvicultura, la pesca y muchas otras actividades, los ecosistemas saludables cimentan los medios de subsistencia de miles de millones de personas en todo el mundo, especialmente en los países en desarrollo. Constituyen la clave para nuestras esperanzas de cumplir todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, incluidos aquellos relativos a la pobreza, los alimentos y la seguridad hídrica. La restauración puede prevenir conflictos y migraciones desencadenadas por la degradación ambiental.

Los ecosistemas son la base de la vida en la Tierra, y su degradación —debido a la conversión, sobreexplotación, contaminación y otros factores— constituye una amenaza existencial para la humanidad. Más de 3.200 millones de personas ya se ven afectadas por la degradación de las tierras. La pérdida y degradación de los hábitats naturales de la fauna y flora han contribuido a abocar a aproximadamente un millón de especies a la extinción. Muchas de las especies de peces con valor comercial sufren una grave sobreexplotación. El cambio climático es a la vez una causa y una consecuencia de la degradación de los ecosistemas, y este círculo vicioso amenaza con acelerar nuestra crisis ambiental.

Restaurar los ecosistemas significa favorecer la recuperación de aquellos ecosistemas que hayan sido degradados o destruidos, así como conservar los que todavía siguen intactos. Disponer de ecosistemas más saludables, con una biodiversidad más rica, aporta mayores beneficios tales como suelos más fértiles, más madera de construcción y pescado, y mayores reservas de gases de efecto invernadero. La restauración puede producirse de varias formas entre las que se cuentan, por ejemplo, plantar de forma activa o eliminar las presiones que afectan a la naturaleza para que pueda recuperarse por sí sola. Devolver un ecosistema a su estado original no siempre es posible o deseable. Por ejemplo, seguimos necesitando tierra agrícola e infraestructuras en terrenos que solían ser bosques, y los ecosistemas, al igual que las sociedades, deben adaptarse a la evolución del clima.

El Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas es un llamamiento a proteger y recuperar los ecosistemas a escala mundial, en beneficio de la humanidad y la naturaleza. Tiene por objeto poner fin a la degradación de los ecosistemas y restaurarlos para cumplir los objetivos mundiales. Contar con ecosistemas saludables es la única forma de mejorar los medios de subsistencia de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener la pérdida de la biodiversidad. Por encima de todo, el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas impulsa un sólido movimiento mundial de base amplia para fomentar la restauración y encaminar al planeta hacia un futuro sostenible. Se extiende de 2021 a 2030, año en el que también concluyen los Objetivos de Desarrollo Sostenible; este es el plazo límite que, según los expertos, representa la última oportunidad de prevenir un cambio climático catastrófico.