Los pastizales, matorrales y sabanas cubren aproximadamente la mitad de la superficie terrestre del planeta. Este particular trío de ecosistemas se distribuyen desde Eurasia y la Patagonia hasta África y Australia, son el hogar de millones de personas, incluidos pastores, ganaderos, pescadores y cazadores-recolectores, y sustentan los medios de vida, la salud y la seguridad alimentaria de miles de millones de personas más.

Los pastizales, matorrales y sabanas son unos de los ecosistemas más diversos de la Tierra. Gran parte de estos ecosistemas son zonas áridas o semiáridas en la naturaleza, aun así, albergan plantas y animales que se han adaptado de manera única al clima. Por tal motivo, estas zonas son puntos críticos para las especies endémicas y a menudo en peligro de extinción. La fauna icónica, que abarca desde leones y rinocerontes hasta hormigueros gigantes y walabíes, al igual que miles de especies de aves e insectos, hacen de estos ecosistemas una prioridad de conservación y un atractivo turístico.

Los humanos evolucionaron mientras vivían en estas áreas hace millones de años. Desde entonces, los seres humanos han desempeñado un papel importante en el mantenimiento, cultivo y manejo de estas áreas a través de incendios planificados, caza-recolección y pastoreo. El ganado desempeña un rol clave en la reducción de las cargas de biomasa, ya que permite la circulación de nutrientes, pisotea y rompe las superficies del suelo con incrustaciones que mejoran la infiltración de agua en el suelo y aumentan la biodiversidad. El carbono no solo se almacena en la vegetación sobre la superficie de la tierra, sino que también hay cantidades significativas de carbono en las raíces y los tubérculos debajo del suelo y en el suelo mismo.

Muchos pastizales, matorrales y sabanas se verán afectados por el cambio climático, incluidos los aumentos de temperatura y los patrones climáticos más variables.  La degradación de estos ecosistemas ha aumentado su vulnerabilidad y aumenta la probabilidad de conflictos entre humanos y vida silvestre y contagios de enfermedades. Las inversiones en favor de la restauración de estos ecosistemas están muy por debajo de las inversiones en otros ecosistemas como los bosques.

Existe una necesidad urgente de restaurar los pastizales, matorrales y sabanas al mismo tiempo que las buenas prácticas de gestión sostenible de estos ecosistemas. Las acciones para ayudar a la regeneración de las tierras secas degradadas comprenden: volver a sembrar y plantar especies nativas (autóctonas) de pastos, plantas herbáceas (plantas de hoja ancha que no son leñosas o similares a la hierba o pasto) y arbustos; controlar el cambio indiscriminado del uso de estas tierras; e implementar prácticas adaptativas de manejo de ganado que se adapten a los entornos ecológicos locales. Estas prácticas pueden incluir el uso de ganado para controlar especies de malezas no nativas, mezclar diferentes animales para un impacto de pastoreo más diverso, aumentar la movilidad del ganado para permitir el descanso y la recuperación de pastos, y alterar el tiempo y la intensidad del pastoreo en ciertas áreas.  

Puede resultar necesarias las medidas de reintroducción y protección para especies clave de fauna y flora que se han perdido o cuya población es baja en el área. El equilibrio entre las especies leñosas y los pastos (o hierbas) se puede restablecer mediante el uso de fuego y demás herramientas de manejo.

La restauración de matorrales, pastizales y sabanas implica trabajar codo a codo con quienes usan, protegen o estudian la tierra. La extracción de recursos tales como agua, vida silvestre, minerales o productos forestales no maderables debe realizarse de manera sostenible. Asimismo, resulta igual de importante fortalecer los sistemas de gobernanza, garantizar los derechos de tenencia de tierra para quienes la trabajan e implementar las prácticas de gestión adecuadas.

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